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Somos más honestos de lo que pensamos, nos importa más nuestra propia imagen que el dinero

Las personas se comportan con honestidad porque no quieren pensar mal de sí mismas: los investigadores descubrieron que es más probable que una persona devuelva un bolso perdido por alguien con dinero que sin él y con una cantidad de dinero mayor que con una menor. En este caso, no le preocupa el miedo al castigo ni la esperanza de remuneración, sino que él mismo se considere un ladrón, según Science y recoge el autor original de este artículo Victor Roman en N+1 y comparte Paula Dumas para Periodista Digital

La honestidad es uno de los fundamentos de la economía y la vida social. La corrupción y las transacciones financieras ilegales producen anualmente una pérdida de alrededor de 1,3 mil millones de dólares, lo cual es aproximadamente igual al PIB de Australia. Pero el comportamiento honesto puede entrar en conflicto con las necesidades materiales de una persona.

El modelo económico clásico predice que las personas se comportarán honestamente hasta que su honestidad entre en conflicto con el incentivo material. Cuanto más grande sea, más probable es que una persona mienta o engañe. Un modelo psicológico basado en mantener su propia imagen predice que una persona hará trampa hasta que reconsidere su imagen de sí mismo y se vea a sí mismo en una luz negativa. Sin embargo, no está claro qué sucederá si estos modelos se juntan: ¿qué será más importante para una persona, su propia imagen o incentivo material?

Un experimento global con un inesperado patrón
Para averiguarlo, los investigadores suizos y estadounidenses, liderados por Michel André Maréchal de la Universidad de Zurich, decidieron realizar un experimento de campo con 17,303 personas en 355 ciudades en 40 países. Los científicos y sus asistentes visitaron 5-8 ciudades más grandes de cada país y realizaron, en promedio, 400 experimentos cada uno.

En el transcurso del experimento, los investigadores llevaron una billetera "perdida" a un banco, teatro, museo u otra institución cultural, a la oficina de correos, a un hotel o una estación de policía. Se lo dieron a uno de los empleados de la organización y, refiriéndose a la falta de tiempo, pidieron encontrar al propietario y devolverle el objeto.

La billetera tenía una llave, una lista de compras y tres tarjetas personales de su "propietario" con su nombre y dirección de correo electrónico. Los investigadores agregaron dinero a algunas carteras, el equivalente a 13.45 dólares en moneda local. Los investigadores crearon una dirección de correo electrónico separada para cada billetera y rastrearon el correo durante 100 días después de la "pérdida" de la billetera.

Resultó que, en 38 de 40 países, los participantes involuntarios en el experimento devolvían billeteras con dinero (51%) que sin ellos (40%, p <0,0001). Los autores del trabajo sugirieron que era posible que las personas devolvieran billeteras con dinero porque la cantidad en ellas era demasiado pequeña. Luego llevaron a cabo una serie adicional de experimentos en los Estados Unidos, Gran Bretaña y Polonia. Comenzaron a traer a la organización carteras "perdidas" con una suma siete veces mayor que la original (94.15 dólares en moneda local).

Sin embargo, el porcentaje de carteras devueltas esta vez fue aún mayor. Mientras que, en promedio en estos tres países, el 46% de los participantes devolvió billeteras sin dinero y el 61% con poco dinero, el 72% devolvió una billetera con una cantidad mayor (p <0,0001).

La autopercepción como motor para la honestidad
Al principio, los científicos sugirieron que las personas estaban influenciadas por el miedo al castigo de una billetera no devuelta, especialmente si había una cantidad impresionante de dinero. Comprobaron si las leyes de tres países y estados individuales en los Estados Unidos preveían el castigo de la propiedad no devuelta; si las cámaras se instalaron en la sala donde el investigador le dio la billetera a un empleado de la organización y si otras personas estaban presentes en ese momento. Resultó que ninguno de estos factores tuvo un efecto significativo en el retorno de las billeteras.

Luego, los investigadores sugirieron que las personas pudieron sacar el dinero y luego devolver las billeteras. Pero este no fue el caso: en el 98% de las billeteras devueltas tenían aun el dinero. La recompensa por el hallazgo que las personas esperaban recibir también resultó ser menor que la cantidad devuelta, por lo que este factor tuvo que ser excluido.

Finalmente, los investigadores sugirieron que las personas que devolvieron la billetera no querían degradar su sentido de sí mismos y considerarse ladrones. Para verificarlo, los autores realizaron una encuesta a 3 de los 2525 encuestados en tres países (829 de ellos eran del Reino Unido, 809 - de Polonia, 887 - de los Estados Unidos). En él pidieron presentar una situación en la que una persona encuentra una billetera con cuatro contenidos diferentes.

Luego, los científicos solicitaron evaluar en una escala del 0 al 10, en cuál de estas situaciones una persona se sentirá como un ladrón si no devolviese la billetera. Resultó que los participantes, según sus propias admisiones, se sentirían como ladrones si no devolvieran el objeto, y especialmente con una gran cantidad de dinero (p ≤ 0.007).

“Una persona quiere verse a sí misma como un ciudadano honesto, no como un ladrón. Si las personas mantienen su billetera, tendrán que cambiar su imagen de sí mismas, la cuál está asociada con costos psicológicos", explica el jefe de investigación Andre Marechal. "Los motivos psicológicos... pueden ser más fuertes que los financieros", agrega.

Sin embargo, el incentivo material no afecta la honestidad de los niños pequeños, pero la alabanza juega un papel importante. Al final resultó que, si se elogia a los niños por sus capacidades mentales, hacen trampa con más frecuencia que cuando son elogiados por hacer algo bien
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